Consecuencias de la pérdida de un diente
La Clínica
30/12/2015
En palabras del mismísimo Don Quijote de la Mancha: «Porque te hago saber, Sancho, que la boca sin muelas es como molino sin piedras, y en mucho más se ha de estimar un diente que un diamante». Una afirmación tan real que, el paso de los años, ha facilitado que la ciencia demuestre cuánta verdad escondían las palabras pronunciadas por el personaje de Miguel de Cervantes. La pérdida de un diente trae consigo diversas consecuencias que pueden comprometer el estado físico de nuestra mandíbula, así como también nuestro estado mental, en relación al plano psicológico y la necesidad de sentirse bien con la apariencia propia. Así pues, puede acarrear una serie de secuelas enumeradas a continuación:
- Reducción y pérdida del hueso alveolar: Conlleva una disminución de la encía, una situación que puede comprometer la habilidad para masticar y hablar.
- Cambios en los patrones de masticación: Para evitar daños en la encía desprotegida mordemos con otros dientes, sobrecargando de trabajo a éstos y provocando así un mayor desgaste en ellos.
- Aumento del riesgo de fractura mandibular: Debido al deterioro y desgaste de ésta.
- Desplazamiento y separación de dientes: Que tienden a ocupar el ‘hueco’, sufriendo desplazamientos y separaciones, lo que se traduce a su vez en inflamación y molestias en la encía.
- Hipersensibilidad y caries: El diente de la arcada contraria (el superior al “hueco”) tendrá tendencia a sobreerupcionar, buscando un contacto que nunca encontrará, por lo que sus raíces se saldrán poco a poco de la encía, provocando sensaciones muy desagradables, y convirtiéndose en nido de bacterias.
- Sobrecarga y movilidad: Los dientes desplazados y en mala posición toleran peor las fuerzas de masticación, se sobrecargan e incluso pueden llegar a sufrir movilidad, lo que acentúa todos los problemas antes descritos por la pérdida de un diente, perpetuándose una situación que siempre tendrá tendencia a empeorar.
La Clínica
30/12/2015